18 de septiembre de 2010

LUGARES CON ENCANTO EN ASTURIAS

Gulpiyuri y Cobijeru

Se trata de dos playas que se encuentran situadas en posición retrasada respecto al acantilado, formadas en su mayor parte por arenas cuarzosas.
Este fenómeno se conoce con el nombre de dolina (tipo especial de depresión geológica característica de los relieves cársticos, originada por el hundimiento del techo de dichas cavidades).

Ambas se encuentran en el concejo de Llanes en la zona oriental.

Gulpiyuri… es una dolina desarrollada sobre una sima marina inundada, inmersa en una plataforma kárstica y aislada de la superficie del mar abierto. Conecta con él a través de una caverna, por la que el mar penetra a través de sus galerías subterráneas creando una playa arenosa; dejando sentir la influencia de las mareas y la acción del oleaje.Es una playa sin mar situada cien metros tierra adentro. Su forma es ligeramente elíptica y de unos cuarenta metros de longitud.

Es una de las playas más singulares de Asturias por ser un espacio cerrado al mar, con el que se comunica subterráneamente. Gulpiyuri ha sido declarada Monumento Natural. Forma parte de la Red Regional de Espacios Naturales Protegidos.

Es un espacio de gran singularidad geológica y paisajística, que se inunda durante la pleamar, dando a la playa la apariencia de una piscina de aguas marinas en medio del “prao” donde te puedes bañar sin ver el mar.

Cobijeru… al igual que Gulpiyuri esta playa es en realidad una dolina, cuyo fondo se comunica con el mar a través de una pequeña cueva y de algunas grietas y planos de estratificación ampliados por la erosión.

La zona kárstica más próxima a la playa y las que se encuentran en las inmediaciones, son ricas en conductos que comunican con el mar. En la zona hay muchos huecos que presentan formas caprichosas de una gran belleza.

También hay una cueva que es la que da nombre a la playa, tiene la entrada en la ladera que une la playa con la costa. Nada hace presagiar que a pocos metros de la entrada una sinfonía de colores aparecerá ante nuestros ojos.

La cueva está dividida en tres tramos de apenas cincuenta metros cada uno. El primero, a la entrada, carece prácticamente de interés, ya que corresponde a una galería vieja y erosionada por la que apenas circula ya el agua y, por tanto posee pocas formaciones.

El segundo tramo corresponde a una típica galería de un karst activo, por el que se filtra el agua dando lugar a formaciones típicas como estalactitas, estalagmitas, etc. El tramo final es el más espectacular ya que la cueva se abre al mar.



El lugar es paradisíaco, las aguas son cristalinas y bañarse aquí es una delicia; por el túnel por el que se cuela el mar se escucha el oleaje. Tiene unos cincuenta metros de longitud y unos treinta metros de ancho. Se conecta con el mar a través de una grieta de varias decenas de metros.


También hay algún bufón (chimeneas y grietas formadas en la roca) desde el que se escucha al mar respirar, bramar, lo vemos saltar por encima de nuestras cabezas en una nube de gotas ínfimas, con un resoplido o bufido final que resulta estremecedor y que hace vibrar el acantilado bajo nuestros pies.

En el entorno inmediato de la playa y la cueva, el tramo de acantilado que separa la playa de la línea costera, está formado por una zona rocosa en el que la erosión ha dejado un arco de piedra, conocido como el Salto del Caballo.


Ambas playas constituyen una de las singularidades geomorfológicas de mayor interés del litoral llanisco.

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